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¿Podemos observar la Evolución en la vida cotidiana?

A esta lagartijas se las dejó un par de décadas en una isla y evolucionaron frente a nuestros ojos. 
Bueno, ella no, pero algunos de sus bisabuelos sí. 

Algunas cosas suceden en escalas que quedan fuera de nuestro alcance para analizar de forma minuciosa, desde cosas muy chiquitas como los microbios hasta muy grandes como las galaxias. Cosas muy rápidas como los rayos o el aleteo de un colibrí, hasta muy lentas como el fluir de los glaciares o de los continentes mismos.

Inventamos microscopios y telescopios, simuladores informáticos, cámaras de alta velocidad y otras que capturan una imagen cada tanto con el fin de adaptar estos sucesos a nuestra particular escala humana. A pesar de esto algunas cosas siguen quedando excluidas. Los continentes por ejemplo se desplazan casi a la misma velocidad que nuestras uñas cuando crecen, y no tenemos formas de retroceder en el tiempo millones de años para ver cómo América del Sur se separó de Africa. Por esto, tenemos que investigar con técnicas indirectas: comparar las características de los minerales que se encuentran de los dos lados, la forma de las costas, estudiar el subsuelo con instrumentos especiales y sólo de vez en cuando se producen enormes terremotos o desplazamientos de terrenos que muestran a las claras que el suelo no es tan firme como parece.

Con la evolución pasa algo similar. Cada vez que un ser procrea, su descendencia tendrá ligeras variaciones genéticas, y quizás algunos resultan más aptos al ambiente que otros. Pero se necesitan muchas generaciones para empezar a percibirse pequeños cambios. En los humanos es muy difícil percibir esto porque a lo largo de nuestras vidas sólo vamos a ser testigos de tres o cuatro, así que tenemos que observar necesariamente animales cuya tasa de reproducción sea mucho mayor. Los métodos indirectos de observación incluyen la comparación de la anatomía o genética entre especies que son muy parecidas y fueron separadas por ríos o, la observación de fósiles, la comparación de embriones y otras, pero la observación directa es más difícil.

{Relacionado en este blog: ¿Por qué la Evolución no es sólo una Teoría?}

La resistencia de las bacterias a los antibiótios es uno de los casos más documentados de evolución, y con el que los bioquímicos tienen que lidiar todos los días. Desde los años ’40, en que empezó a usarse la penicilina para curar infecciones en la Segunda Guerra Mundial, los científicos notaron que luego de un tiempo el antibiótico perdía efecto, por lo que había que producirlo de forma distinta. Lo que sucedía era que de las millones de bacterias que hay en los millones de pacientes tratados, algunas mutaban y aleatoriamente se hacían resistentes al medicamento. Cada vez que eso sucedía, era cuestión de tiempo para que esa variante tenga más éxito reproductivo que las demás y contagie a toda la población. Esta es una de las razones por las que sólo hay que tomar antibióticos cuando lo receta un médico.



Pero las bacterias son muy pequeñas, y queremos ver algo más tangible. Uno de los casos más notorios de evolución del que se tiene registró se descubrió en 2008. Entre Italia y Croacia hay dos islas que se llaman Pod Mrcaru y Pod Kopiste, en 1971 un grupo de científicos se estableció ahí, e introdujo en Pod Mrcaru cinco parejas de unas lagartijas que originalmente vivían en la otra y se alimentaban de insectos. En 1991 estalló la Guerra de Croacia y los científicos tuvieron que irse. No fue sino hasta 2008 que otro grupo volvió y encontró una población de más de 5000 lagartijas; mediante estudios genéticos determinaron que todas provenían de las que habían sido introducidas en el ’71.

La peculiaridad que tenían estos reptiles era que ya no se alimentaban de insectos sino de plantas. Tras docenas, quizás cientos de generaciones, las lagartijas se adaptaron al nuevo ambiente y desarrollaron musculatura alrededor de la válvula ileocecal (que se encuentra entre sus intestinos grueso y delgado), que les permite enlentecer la digestión de las hojas en las cámaras de fermentación, para permitir así procesar la celulosa de las plantas, algo que antes les resultaba imposible. Junto a esto también desarrollaron una mandíbula de mayor tamaño y fuerza. Es la primera vez que se documenta la aparición de una nueva estructura con funciones distintas a las originales en un animal en un lapso de tiempo tan corto.


Punto para Lisa.

Herrel et al, 2008. PNAS. Rapid large-scale evolutionary divergence in morphology and performance associated with exploitation of a different dietary resource
Italian Wall Lizards en Wikipedia
Lizards Rapidly Evolve After Introduction to Island

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